Nimona de Noelle Stevenson – reseñas de cuarentena – 33

Nimona; Noelle Stevenson

Ay. Fue David Byrne el que decía, en el siglo pasado, que en el futuro iba a ser imposible estar al día. Y si antes las editoriales y los sellos discográficos oficiaban de embudos/curadores/mafias, con esta cuestión de la Red, ya no hay quien tamice. Y así es cómo nació este comic de la Noelle Stevenson que se largó ella no más, llegando a feliz término y sin terminar -como otrxs- en uno de esos cementerios virtuales de tanto proyecto (¿no les angustia eso? ¿o será el pensamiento volumétrico concreto de uno?). Su Nimona es una señorita entera rara que es como la guagua de Los Increíbles. O sea, le queda todo tipo de ropa (jaj, mal chiste), porque se transforma mucho. Pero ya, el verdadero tema es que no quiere ser heroína, por lo que se dirige donde el malo de este mundo medio fantástico cienciaficcioso: Trabuco Negroni. Y es más catete que estudiante en práctica entusiasta, uf, pero el quid de todo esto es que el malo no es lo que parece, el bueno tampoco -él, pues, Ambrosio Pieldorada- y vamos avanzando, con gran ingenio y muchísimo humor. Oh, pero que gran libro, oh.

Y me acordé de una serie de cortometrajes que surgieron durante la gran huelga de guionistas de Hollywood: Dr Horrible’s sing-along blog, con Neil Patrick Harris, que también en clave de humor ahonda en este tópico de qué tan malo es el malo y de qué tan bueno es el otro. El que no lo haya visto, mala cosa. Obra maestra.

En fin. Y para quien requiera mayores cantidades de “calidad” en el dibujo, que mejor se lea “Sabrina” de Nick Drnaso, que parece dibujado con un kit reglas y, aún así, fue postulado al premio Booker. Así que vamos comprendiendo que esto es una obra donde la forma y el fondo se complementan y ya. Ojalá doña Noelle sobreviva al síndrome del segundo disco (tiene unas coaturías por allí, y unas direcciones de monitos animados por allá, pero no una segunda obra como esta. Ojalá no la perdamos, snif).

Nimona. Océano, México. 266 páginas. ISBN 9786077357766

Trazos de Fernanda Frick – reseñas de cuarentena – 32

Si bien hay poca novela gráfica femenina fuera de Chilito -aunque va en aumento geométrico, yes!-, por acá son aún más escasos los casos. Y cuando sale una obra como “Trazos” de Fernanda Frick, hay que puro sacar la chauchera e invertir. Porque esta dama no sólo es crack en animación -ver su corto “Here’s the plan”-, sino que también le pega al trazo en dos dimensiones y así es cómo nace esta historia. El tema en esta obra impresa es de si seguir los sueños o más mejor venderse a la moledora de carne del sistema, de ser fiel con uno mismo o bajar la exigencia e ir cediendo hasta terminar bien reposadito en tu nicho. Gran tema, que, digámoslo, parte en nuestra tierna y conflictiva adolescencia y que, a veces, nunca se sosiega (el bar que nunca puse, el libro que jamás escribí, bla bla bla etc etc etc).

En fin. La protagonista de esta historia es una gata (en plan humanizado), Simona, que está ahí, en sus veintes, dudando. Porque le encanta dibujar, es talentosa, pero “otros” encuentran que es medio noña kawaii en su estilo y que, además, no es lo suficientemente ambiciosa (eso dicen los que se creen ene el cuento del emprendedors). Entonces, es una trama que también comulga con la de su cortometraje: con ser fiel o no con uno mismo.

Bello libro -tierno, pero nunca bobo-, el que se demoró un kilo de años en hacer (desde por allá, su génesis, en un fanzine del 2010). Pero la paciencia es recompensada: y cáchense que ahora la autora está haciendo una serie para Netflix. Ejemplo, ella.

Trazos. Planeta, Chile. 240 páginas. ISBN 9789569994203

Nada de Janne Teller – reseñas de cuarentena – 31

Uuuuh, pero que pedazo de libro. Y era muy difícil de encontrar, hasta que Planeta lector lo sacó a fines del año pasado en formato escolar y a precio ídem ($6.800 en Buscalibre). El tema es que hubo alguien en esa editorial que tomó el tremendo riesgo (gracias), porque si algún profe o bibliotecario o prescriptor recomienda este libro, digamos que tiene que hacerse a la idea: no será fácil. Porque mientras los lectores adolescentes se encontrarán sorpresivamente con una historia hardcore harto inédita en la LIJ, sus respectivos progenitores podrían reaccionar de otra forma si la leen (aunque les bastaría con la sinopsis para ir juntando leña). Y digamos que eso fue lo que pasó en algunos países de Europa harto más abiertos de mente que nuestra isla larga y estrecha, donde “Nada” fue requetecensurado.

La autora, Janne Teller, se ha dado un par de vueltas por Chilito, pero la han pescado poquito (injusticia pura). Tiene otros libros bien interesantes, como “Ven” y “Guerra”, pero son los protagonistas adolescentes los que hacen de “Nada” un libro que pudiera interesarle a los hormonales aquellos.

La trama parte con uno de ellos que, de improviso, se pone full existencialista y decide que nada vale la pena, que todo es un mero simulacro. Es entonces que este pequeño Sartre + Camus se sube a un árbol, desde donde va repartiendo y sembrando sus ciertas incertezas entre los compañeros que pasan caminando a su sombra (tal vez por eso la imagen de la portada, aunque de zen nipón la trama, nada). Todo esto, que ya es un poquitín angustiante -porque en un mal día, de más que comulgamos con don ciruelo-, va permeando a la chiquillada, quienes cranean una inusual forma de cargar de sentido a la vida.

Y en ese instante que se jode todo, porque sin ni pasar por el sueño, todo se vuelve pesadilla. O sea, “El señor de las moscas” es como paseo de kínder comparado a la espiral de “Nada”. Aunque ya es sabido: donde está el peligro, crece lo que salva (aunque citar a Hölderlin sea un poquitín Warken, en fin).

Nada. Planeta, Chile 2019. 176 páginas. ISBN 9789569962899.